
Los Detectives Salvajes o las Voces que se Vierten

México | Puebla, Pue. 19 de marzo de 2018.
Por: Esteban Altamirano Coyotl.
La obra de Bolaño está llena de nudos que parecen no tener solución posible o, por lo menos, manera de desentrañarla sin quedar atrapado como una mosca en la telaraña. Con esto no quiero decir que la novela de Bolaño sea complicada en su estructura, sino en sí misma.
Si hay un escritor capaz de dar vida a sus personajes, dotándolos de una psique que los caracteriza y un andar sin ataduras por entre el espacio y el tiempo, ese es, sin duda alguna, Roberto Bolaño. A través de un relato lineal, en la más de las veces, el autor nos introduce en una serie de hechos que no llevan a develar el misterio como lo sugiere el título, sino que nos introduce a un universo donde habitan personajes que crean nuevas incógnitas y se valen de ellos mismos para arrastrar al lector hacia la inmensidad de los océanos. Hay una amplia gama de situaciones esperadas e inesperadas, como el duelo con espadas entre Belano e Iñaki Echavarne, que van desde lo verosímil a lo absurdo atravesando escenarios de desolación, tristeza, esperanza, amor, alegría, etcétera. Algo que es un todo pero que a la vez no está completo.
Los Detectives Salvajes es un recipiente de múltiples voces y panoramas de la vida misma de los propios personajes conviviendo en una armonía que se mueve como el fuego. Las voces se anteponen, se contradicen y se complementan, las historias toman forma a partir del movimiento de la narración, existen dos perspectivas de una misma historia, o tres, o cuatro, o cinco si se incluye la del propio lector, o cuantas sean necesarias. Hay un desdoblamiento de la historia con múltiples pliegues, algunos aún no explorados, que contienen enigmas y puede que hasta leviatanes. Pero en todo esto hay algo que sostiene a este universo que se desdobla hacia lo infinito: la cronología, la voz constante de Amadeo Salvatierra que revitaliza el alma con mezcal Los Suicidas, el diario del joven poeta García Madero y el objetivo de Ulises y Arturo, encontrar a la otrora poeta, Cesárea Tinajero.
Relevante es saber la historia de Arturo Belano y Ulises Lima, protagonistas de la novela y del movimiento real visceralista, contada por los distintos personajes dentro de la novela y no por ellos mismos. Ambos, Belano y Lima, viajeros incansables y poetas. Ambos nombres hacen referencia de algún modo a ese transitar del hombre que lo ha hecho ser lo que es. Ulises remite a la ya tan conocida figura del héroe griego que emprende el ansiado regreso a Ítaca, y Arturo, por su parte, al mítico y gran poeta Arthur Rimbaud, y por si hubiera duda, el mismo Arturo Belano, alter ego de Bolaño, emprende un viaje hacia África donde de manera premeditada intenta encontrar la muerte como el mismo Rimbaud lo hiciera solo que él sin premeditación. Ambos poetas siempre viviendo de modo raquítico y al filo del peligro, pero con una tristeza maldita que les inunda la vida en el trayecto.
Uno de los grandes misterios dentro de la narración es el motivo exacto por el cual Ulises Lima y Arturo Belano buscan a la poeta Cesárea Tinajero y el encuentro con ella no resuelve de todo el enigma ni mucho menos su muerte trágica. El misterio se hace más grande y aterrador ¿Belano y Lima acaso son heraldos de la muerte más que detectives? No puede saberse, mucho menos saber lo que hay detrás de la ventana.
Los Detectives Salvajes es el reflejo de una generación, que en nada se parece a la nuestra, optimista y enferma de la literatura, pero, sobre todo, ávida de crear y regenerar la poesía recurriendo al viaje, a la aventura, aunque muchas veces el trayecto signifique perder la cordura o la vida misma. Es el retrato de una época llena de inconformidad y de un movimiento constante, el de una generación de jóvenes yendo y viniendo, vagando o escribiendo, pero jamás inactivos ni conformistas.
Todo lo que empieza como una lectura pacífica, termina por ser, irremediablemente, un descenso a la escritura.